martes, 26 de febrero de 2013

Dos intelectuales


PUBLICO AQUÍ LA CARTA DE JACQUES-ALAIN MILLER a ALAIN BADIOU aparecida en las Listas del Campo Freudiano, por su interés intelectual. Se trata de responder a la cuestión que recientemente me preguntaron en dos entrevistas de Radio, muy diferentes, acerca del papel de los intelectuales en nuestra época. El ejemplo del valor y la enseñanza de Jacques Alain Miller en esta carta merece detenerse a leer.

CARTA ABIERTA A PETER HALLWARD

Paris, Feb 26th 2013
Querido Peter Hallward,
Gracias por enviarme sus dos volúmenes de Cahiers pour l’Analyse, hermosamente editados.
                  Los recibí cuando estaba profundamente inmerso en una campaña de opinión pública a favor de la liberación de una colega iraní, Dr. Mitra Kadivar, internada en un hospital psiquiátrico en Teherán.
                  Sin embargo, conseguí leer el segundo volumen poco a poco. Lo terminé hace dos días. Me hizo sonreír mucho. Luego menos.
                  Hubiera podido aclarar algunos episodios menores. La batalla sobre “Causalité métonymique” se discute apasionadamente medio siglo después. Y “Suture”. ¡Increíble!
                  Algunas veces parece que estuviera muerto, y que todo el mundo diga que quiere mi pobre yo muerto, indefenso mientras yace muerto como un ratón muerto (un rat mort). Pero no estoy con mi cuerpo. “On entre dans un mort comme dans un moulin”, dijo, en una famosa frase, Sartre en su Flaubert. Leyendo el segundo volumen, he sentido que estaba en este molino. No se olvide, querido Peter, que mi nombre es Miller. Molinos y vientos han sido siempre importantes para mí. Un dios del viento de Albrecht Dürer es el símbolo que di a la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Si le digo aquí mismo de dónde procede, y nadie más puede, sabrá que lo escogí, y nadie más. Es Africanus, del Welkarte de Johannes Stabius, el humanista y cartógrafo australiano que ilustró Dürer. ¿Lo ve?
                  Lo mismo con “Causalité métonymique”. No, no era común entre nosotros, no fue una invención colectiva, ni una apropiación delirante de un joven vanidoso. Durante ese período me estaba preparando mi agregación en filosofía, vivía en el campo, en un pueblo llamado Clairefontaine, cerca de Rambouillet, inmerso en mis libros de filosofía y aprendiendo griego. Mi padre había querido que estudiara español, además de inglés, en lugar de griego (en el sistema francés entonces no podías aprender griego si estudiabas latín y dos lenguas vivas). Había desistido ser parte de Lire le Capital por varias razones. Una de ellas era que estaba intentando concentrarme en la preparación de la agregación, que los otros habían ya pasado, yo era al menos tres años más joven que todos los demás.
                  Por lo tanto, ese año vi muy poco a mis amigos. Iba a París una vez por semana, los miércoles, para asistir al seminario de Lacan, y al de Derrida de preparación a la agregación, y para follar con mi joven amante –la misma chica de la que habla Althusser la vez que vino a verme ese año a Clairefontaine con la pobre, infeliz, Hélène. Se tomó en serio lo que le dije bromeando sobre esa bella chica que cogía flores en el jardín: “Se inventa un concepto cada día”. Estaba completamente loco, como muestra su comentario a esta frase en su libro L’Avenir dure longtemps. Yo era un cerdo.
                  Aún te amo, querida A*. Tu hermana me contó que me odias desde que me casé con Judith un año después, deprisa, ya que estaba embarazada de Eve. Eres mi remordimiento. Aún recuerdo la mancha roja en mi cama en la rue d’Ulm.
                  Hay poco sexo en sus entrevistas con la pandilla de normaliens. Hagámoslo más picante. Nuestros predecesores existencialistas eran menos mojigatos. Algunos de los nuestros eran monjes. Badiou no lo era. Yo tampoco. Yo pensaba que para ser un pensador serio había que ser soltero y sin hijos. Entonces me casé con 22 años –el día 12 de noviembre de 1966—y  fui padre a los 23 –el 29 de mayo de 1967. Y eso es por lo que nunca me convertí en un pensador serio, sino que me quedé como siendo normalien juguetón, disfrutando de los bulos, como preparación para la práctica del psicoanálisis.
                  Si entonces Althusser escribió un agradecimiento especial en relación a la “causalité métonynique” al principio de Lire le Capital –ese párrafo desapareció de las ediciones posteriores—fue porque, en esos tiempos, todo el mundo admitió mi reclamo. Pero, no obstante, no era un ladrón tampoco. Nunca entonces conté la historia en público. Cincuenta años después, la historia es apasionante. Usted la hace así en el segundo volumen. ¿Se levantará el responsable principal de entre mis amigos y contará él mismo la historia? ¿O debo hacerlo yo mismo?
                  Recuerdo muy bien que usted me invitó reiteradamente a responder a sus preguntas y me invitó a su Coloquio. No me molesté ni en negarme. Timeo Danaos et dona ferentes. Temía el advenir de la Historia. Sentía que no era uno más del pasado, sino uno del futuro. La generación siguiente. Laissez les morts enterrer les morts. Pourquoi rappeler à la vie ces ombres poudreuses, moi à 20 ans, delgado y esbelto, con mucho cabello y casi “traînant tous les cours après soi”. Roland Barthes se enamoró de mí. Por lo que se decepcionó cuando le dije que me gustaban las chicas. “¿Desde cuándo eres así, Jacques-Alain?” Gloria me contó que la primera vez que fui a la calle de Lille con uno de mis mejores amigos de la rue d’Ulm, nos anunció a Lacan diciendo “Los dos maricones (pédés) están aquí”.
                  No, yo no quería confesarme públicamente en Middlesex y contar mi historia. No beneficia a un analista. Pero no puedo dar la espalda al joven Miller tampoco cuando lo veo falsificado. La mayor parte de las veces, mis viejos amigos de hace cincuenta años lo hacen por ignorancia, porque no se enteraron de las triquiñuelas. Unas pocas veces hay solo malicia. Pero una palabra destaca: renegado.
                  Mi buen amigo Badiou, cuya entrevista cierra el segundo volumen, me cuenta entre los renegados. Eso no lo toleraré.
                  Encontrará la palabra en la primera línea de la última página del segundo volumen, p. 290. Es el disparo que parte: “la flèche du Parthe”, el “point de capiton” de toda la empresa.
                  “Objeto, ¡su Honor!” ¿Hay honor en Alain Badiou? Eso, ya lo veremos. Eso, lo comprobaremos. Esa será la prueba crucial de la vida, de las hazañas y de las fechorías de Badiou.
                  Hace algunos años, cuando Badiou odiaba a Milner y Milner odiaba a Badiou, les pedí a ambos su contribución para un pequeño libro sobre Lacan que quería publicar. Milner dijo que sí. Badiou –y Zizek, mi exanalizante—dijeron que no. Badiou me reprochó querer ser “l’ami de tout le monde”. Sí. Intenté ser el vínculo entre ellos, a pesar de ellos. Ya no. Me siento desafiado y traicionado. Ya no voy a aguantar más. Como Peter Finch, “el profeta loco de las ondas”, canta en Network, “Estoy hasta las narices y no voy a aguantar más”.
                 
¡Que tengas un buen día, Badiou! No te escaparás de mis garras. Mis garras intelectuales. ¡Bas les masques! ¡Que caigan las pretensiones!
                  Ayer por la tarde, lunes 25 de febrero, como Regnault no había recibido --¿cómo es posible?—los dos libros, le di una fotocopia de las entrevistas con él y con Badiou. Además de otra fotocopia de otra entrevista que Badiou concedió a un autor francés, Eric Hazan, donde la cuestión de los renegados muestra su cara: ¡JAM es un chaquetero! JAM y su hermano Gérard son Rastignac. Solo buscaban el poder. “Esa gente (ces gens) eran deshonestos”. Etc.
                  ¿Quién eres tú, Badiou, para hablar de mí y de mi familia –Gérard es la única familia que me queda desde mi infancia—en esos términos? ¿Las palabras significan algo para ti? Me acuerdo que una vez dijiste: “Escribo como me cepillo los dientes”. Me quedé impresionado entonces. Eso era una afirmación de verdad. Pero demuestra, Badiou, demuestra que escribes como el que se cepilla los dientes. Pero para cepillarte los dientes, es necesario tener dientes ¿verdad? El duelo es una tradición aristocrática. Si pudiera te mandaba mis testigos, lo haría. Lo hago intelectualmente, ya que somos los dos intelectuales.
                  Esto será una lucha intelectual a muerte. O te retractas o dejaré las cosas claras, con todos los detalles pertinentes.
                  El correo que mandé ayer por la noche a Regnault está ahora circulando por toda la Red, a través del Campo Freudiano. Querido Peter Hallward, estoy dispuesto a tener con usted una extensa entrevista sobre Cahiers pour l’Analyse. Navarin/Le Champ freudien éditeur financiará nuestro encuentro y lo publicará en francés. Si  interesara, Verso lo podría publicar en inglés. Este libro se traducirá al español, italiano, portugués, ruso.
                  ¿Está usted aún interesado en Cahiers pour l’Analyse y el papel que yo tuve? Si la respuesta es sí, soy su hombre.
                  Suyo con estima y expectativa,

Jacques-Alain Miller


Traducción: Neus Carbonell

No hay comentarios: